Me remuevo impaciente desde mi oscuro rincón y noto como la
pesadumbre invade mi rostro. Estoy intranquilo, nervioso; como no lo estaba
desde hace mucho tiempo. No dejo de pensar en cómo han cambiado las cosas. En
cómo he cambiado yo y en cómo ha cambiado ella. En cómo ella me ha cambiado.
La observo atentamente desde las sombras, desde mi tenebroso
pesar. Analizo cada uno de los pequeños cambios que se generan en su dulce y
pacífico rostro que reposa tranquilo. Toda ella se acompasa en un parsimonioso
bienestar, no hay nada que parezca interrumpir su serenidad; es como una
estatua marmórea que sólo muestra sosiego.
Un mechón oscuro de mi cabello cae sobre mi frente, lo
aparto impacientemente y vuelvo a posar mi vista en ella.
Está tumbada en la cama, con su larga melena cobriza
extendida sobre las sábanas blancas y el cabezal bermellón.
Sin duda, para mí
no existe nada más bello que ella, es el más vivo retrato de la perfección
humana, con sus facciones definidas y su perfil pulcro y detallado. Una muñeca
delicada de porcelana a mi merced.
Niego con la cabeza y cierro los ojos hasta tranquilizarme.
La miro desde mi secreto rincón y ansío tocarla. Ansío poder
despertarla y acariciarla. Suspiro. Ella es mi mayor obra. Ella me pertenece.
Ahora ya es sólo mía.
Repentinamente, su rostro cambia; se contrae y se crispa. Se
despierta súbitamente, como si hubiese tenido un mal sueño e inmediatamente
después se incorpora.
¿Qué le habrá ocurrido? Mis deseos de acercarme a ella
aumentan y anhelo consolarla; se ve tan contrariada, tan asustada, tan
indefensa…
Río con aspereza desde mi rincón. Ella, imagen de la
ingenuidad, no es consciente de la fuerza que posee ni del poder que ejerce. No
lo es ahora y tampoco lo fue hace mucho tiempo.
Mis ojos se deslizan por su cuerpo tembloroso que trata de tranquilizarse. Tras analizar
un rato la estancia, y concluir que sólo ha sido un mal sueño, se levanta. Sus
carnosos labios entreabiertos buscan desesperadamente un remedio para calmar su
sed y, con sigilosa velocidad, se aproxima a la mesilla de noche que se encuentra
a su lado donde hay un cuenco con agua. Controlada
por sus necesidades físicas, toma un sorbo y una gota cae por su rostro.
Desciende hasta su cuello y dibuja la línea de su contorno.
Y entonces, las sustancias de mi cuerpo se disparan. Deseo.
Desesperación. Trato de controlarlos. “La mente domina al cuerpo”, me digo.
Pienso en el pasado, y en mi manera de dejar los deseos atrás.
La miro; ella es mía. Surge en mí una lucha interna. Un
debate. Mente y cuerpo. Sin duda, tengo mis necesidades físicas; pero hace
mucho que las dejé atrás. Así debe ser.
Me calmo.
Cuando mi ser se recompone, vuelvo a mirarla. Está de pie,
deambulando por su habitación. Se acerca
a la estantería con libros, todos ellos perfectamente seleccionados para ella,
y encuentra mi sobre. Mi mensaje para ella.
Llevo mucho tiempo esperando el momento preciso para
dárselo, y el momento es ahora. Mis
nervios están a flor de piel y mi mente imagina todas las posibles
posibilidades que pueden generarse.
Ella no deja de mirar el sobre, como hechizada. Curiosa, con
un brillo pícaro en sus ojos, extiende sus brazos rosados, y toma mi carta.
Dentro sólo se encuentra una palabra, un nombre; insignificante en sí mismo,
pero con un gran poder en su interior. Ella aún está por descubrirlo. No sé si
cambiará algo al conocerlo, pero no debo perder la esperanza. Mi mente me
recuerda que esto podría salir mal y siento como mi corazón se quiebra.
Por fin, mira en el interior del sobre y sacar un trozo de
papel. Sus ojos se abren sorprendidos y sus labios pronuncian el nombre de su
interior, “Perséfone”, con una voz tan
cristalina y tan exaltada que ella misma se sorprende.
Asiente entendiéndolo; comprendiendo el poder de ese nombre.
El poder de su nombre.
Ella, mi Perséfone. Mi obra maestra ¿Habrá cambiado ahora
que lo conoce?
Se queda plantada frente a la estantería. Aún conmocionada
por su descubrimiento. Creo que intenta comprender, medita pausadamente; como
si intentase recordar. Siento impulsos de pararla, pero no debo salir de mi
secreta oscuridad.
Entonces, sus piernas tiemblan y su rostro hace una mueca de
dolor. El bloqueo. Lo he observado tantas veces en ella que conozco cada uno de
los pequeños gestos que muestra todo su cuerpo. Deseo ayudarla, pero me
recuerdo las consecuencias que tendría ir en su auxilio.
Sin embargo, para mí sorpresa, algo nuevo ocurre, un cambio
surge en ella. Su dolor cesa y un gesto lejano aparece en su rostro. ¿Podrá ser
eso un pequeño amago de sonrisa?...Una sonrisa, como las de antes, como cuando
todo se originó.
Aun sin quererlo, mi mente se abstrae a otro tiempo, a otro
lugar, cuando el mundo era joven y nosotros no éramos más que dos almas
despreocupadas que no conocían los peligros de excederse y adentrarse en los abismos
subterráneos de la mente. Involuntariamente, me traslado muchos períodos atrás…
Y la veo, la veo en aquel prado, como la primera vez que nos
encontramos. Está junto con otras muchachas, pero ninguna irradia tanta belleza
como ella. Está tumbada en campo, con
hierbas a su alrededor tan verdes que hace que su larga melena, inundada en flores,
parezca fuego.
Su piel nívea, contrasta con sus rosadas mejillas llenas de
pecas, y su rostro redondeado, con los últimos resquicios de su niñez aún
presentes, ríe sin cesar. Sus amigas, las otras, la tratan como si de una diosa
se tratase; no sin razón, pues ellas no pueden competir contra mi dulce
Perséfone.
Recuerdo como la vi, por primera vez e igual que ahora, e
igual que siempre, yo la observaba desde la lejanía; desde mi oscuro rincón; sin
atreverme a invadir su plácida tranquilidad.
Mi mente lo evoca tan vívido que casi duele; y, sin darme
cuenta, vuelvo a trasladarme al prado, donde ella me esperaba, sin que yo
pudiese, siquiera, imaginarlo. Y todo sigue como en aquel tiempo, ella que a
veces salta y otras brinca con su cabellera al viento y sus pasos de ninfa,
libre, sin preocupaciones, siendo una con el bosque. A veces sobre un árbol y
otras cerca del lago donde su vestido veraniego tantas veces se vio lleno de
agua por el deseo de una joven que no tenía suficiente con lo que la tierra
podía aportarle.
Ya por aquel entonces, ella quería dejar de lado la
superficie y viajar donde nadie nunca había ido; hasta los confines del mundo,
donde sólo imperan las pasiones; donde un muerto en vida consigue encontrar su
alma y donde los vivos no podían llegar sin antes haber muerto. Ella, que
siempre llevó la muerte tras de sí, hizo de mí el único ser que podía
comprender sus deseos. Puede que al principio sólo me necesitase para
sobrevivir, y puede que yo sólo la quisiese porque ella daba fulgor a mi mundo
de putrefacción… pero eso es otra historia y, por hoy, ya he tenido suficiente.
Aún me angustia recordar, pero, teniendo esa pequeña sonrisa,
esa pequeña pincelada de dicha, aún hay esperanza de que ella logre iluminar mi
vida; como tiempo atrás ocurrió. Casi noto como mis propios labios se curvan. Me
aparto el pelo de la cara, doy media vuelta y comienzo a avanzar por el largo
pasillo de paredes blancas hasta mi lóbrega morada, hasta hallar un reposo
temporal a la ambición que corroe mi existencia.
Perdón por la tardanza, estos días he estado bastante liadilla pero ahora que tengo algo de tiempo libre aquí está el primer capítulo:)
ResponderEliminar¡Espero que os guste! ^^
¡No puedo esperar a leer el siguiente! Y la imagen es preciosa. Tú tómate todo el tiempo que necesites, ahora mismo todos estamos igual de atareados :)
ResponderEliminarMe encantó, realmente. Es hermosa la forma en la que describís todo, las sentimientos, la misma Perséfone... que me dan tantas ganas de que ese romance que él imagina suceda...
ResponderEliminarEspero desde ya el próximo capítulo :).
¡Me ha encantado! Me he quedado con ganas de más ^^
ResponderEliminarMe gustado mucho este primer capítulo!! Espero que publiques pronto ;)
ResponderEliminarQuerida Perséfone:
ResponderEliminarVuelvo por aquí para comunicarte que tienes un nuevo premio en mi blog, y que espero que puedas pasarte pronto a por él.
Un beso ♥
No te lo dije en su momento, pero el primer capítulo está muy bien :)
ResponderEliminarPensé que había comentado, pero como tengo un lío total con esto de los blogs y los últimos exámenes... :S Bueno, pues ya te o he dicho :)
Y por cierto, aquí tienes un premio en mi blog http://antelitem.blogspot.com.es/2013/06/premios.html
Me ha encantado este inicio de historia, me acabo de leer lo que has subido. Espero que no tardes en subir la siguiente entrada, porque tiene muy buena pinta. :)
ResponderEliminarUn abrazo,
Nimue